2.1.09

La edad Dorada

"- Dichosa edad y siglos dichosos aquéllos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y o porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le era necesario alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encina, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques despedían de sí, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las casas, sobre rústicas estacas sustentadas no más que para la defensa de las inclemencias del cielo. Todo era paz entonces..."

   Extracto. Don Quijote, "Discurso de la Edad Dorada" (Capitulo XI)

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